Por Fernando Suárez
En
la historia siempre han existido hombres y mujeres que han decidido encarnar en
sus propias vidas la metáfora del buen samaritano, haciendo como código de vida
el ayudar al próximo. En la ciudad de Querétaro no hubo excepción, existió una
mujer que hoy su legado se presenta como un ejemplo de vida y de amor a sus
semejantes. Me refiero a María Josefa Vergara y Hernández, ilustre mujer
novohispana.
Desgraciadamente
no se tiene mucha información respecto a su vida, tan sólo los datos que se
tienen son referente a su vida adulta y particularmente a sus últimos deseos.
Lo que se sabe es que nació el 07 de agosto de 1747, hija de Francisco Vergara
y José María Hernández, quien se convirtió en hija única al fallecer su hermano
mayor Francisco, por lo que según las fuentes fue la albacea universal de la
herencia de sus padres, que al parecer contaba con una herencia bastante
grande.
Con
trajo matrimonio muy joven con José Luis Frías, quien falleció el 10 de enero
de 1798, cuando ella tenía 51 años de edad. Se convirtió en heredera universal
y albacea también de los bienes de su finado esposo, esto debido a que no
tuvieron hijos naturales, pero si muchos adoptados.
Entre
los bienes que poseía se encontraban: la hacienda de Nuestra Señora de Buena
Esperanza, y seis espacios de labores: El Blanco, San Vicente, El Coyote, Viborillas,
La Ceja y Esperanza, y dos ranchos: Urecho y Cenizas, su riqueza ascendía a más
de ochocientos mil pesos.
Nuestra benefactora decidió poner su riqueza al servicio de la comunidad por medio de las órdenes religiosas, conventos e instituciones tanto educativas como gubernamentales. A continuación mencionaremos algunas de sus beneficencias:
- Una casa hospicio para mujeres y hombres impedidos para trabajar, así como a huérfanos, convirtiéndose en la primera obra de beneficencia en el año de 1809.
- Una casa de recogidas,
lugar para mujeres en clausura por penitencia, voluntad o forzadamente.
- Un convento de
enseñanza, así como cuatro escuelas para niñas, todas dentro de la ciudad de
Querétaro.
- Un depósito de granos
para que los pobres pudieran comprarlos a un precio especial.
- Realizó el pago del primer
alumbrado público de las calles de la ciudad.
- Mando construir
Hospitales provisionales.
Todas
estas obras las financió con su herencia, y debido a su posición económica doña
Josefa Vergara conocía y tenía una estrecha relación con Miguel Domínguez
Trujillo, Corregidor de Querétaro, lo que facilitó que se pusieran en marcha.
Desgraciadamente Doña Josefa falleció en 1809 a la edad de 62 años. Luego de su muerte se conformó la fundación que llevó y lleva hasta el día de hoy su nombre Josefa Vergara, convirtiéndola en la institución de beneficencia más antigua de nuestra ciudad. El 24 de diciembre de 1992 por decreto oficial la fundación se transforma y queda constituida como Fundación Josefa Vergara y Hernández. Institución de Asistencia Privada a cargo de la Junta de Asistencia del Estado de Querétaro.