Por Fernando Suárez González
Otro
de los grandes héroes olvidados en la historia nacional es Epigmenio González,
un personaje que le tocó ser inclusive olvidado en vida por la naciente patria
por la cual dio su libertad. Paco Ignacio Taibo cuenta que cuando logró llegar
a México del destierro al que fue forzado por las autoridades españolas, se
acercó a las nuevas autoridades mexicanas. Estas le preguntaron ¿Y usted quién
es? A lo que contestó “soy Epigmenio González, uno de los padres de la patria,
el primer armero de la revolución”. A lo que le contestaron: “No, cómo va ser,
la lista oficial es: Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos… Para ser padre de la
patria hay que morir de manera gloriosa y estar en la lista oficial, usted no
está en la lista…”
Si
bien este pasaje parece chistoso, lo que si esta verificado es que Epigmenio
terminó sus días trabajado de velador en un museo en la ciudad de Guadalajara.
¿Pero cuáles fueron sus contribuciones al movimiento insurgente para que se le
pueda considerar un héroe de la Independencia?
A
continuación realizaremos una breve descripción biográfica, deteniéndonos en su
participación en el movimiento de 1810 y las consecuencias que se generaron. A
diferencia del escrito anterior, existe varios libros sobre la vida de
Epigmenio González, inclusive unas memorias escritas por él, lo que nos permite
conocer mejor a este personaje queretano.
Formación
del caudillo
Su
nombre completo es José María Ignacio Juan Nepomuceno Aparicio Epigmenio
González Flores, para fines prácticos lo sintetizaremos en Epigmenio González.
Nació el 22 de marzo de 1781 en la bella ciudad de Querétaro. A muy corta edad
quedó huérfano de ambos padres, por lo que él y su hermano Emeterio tuvieron
que valerse por sí mismo, pero lograron tener un chispazo de suerte debido a
que doña María Correa Covarrubias, una viuda que contaba con recursos
económico decidió emplearlos en su tienda para que la apoyaran con las
ventas, posteriormente, ganándose la confianza de doña María, pasaron a ser
administradores del negocio, inclusive se convirtieron en albaceas de sus bienes
y herederos de una buena cantidad de dinero (16,751 pesos) y varias propiedades
inmuebles.
A la edad de 20 años, nuestro personaje
contrajo matrimonio con María Anastasia Juárez. Sin embargo, las desgracias
iban a estar presentes en el transcurso de su vida, primero con la perdida de
sus padres, y posteriormente la pedida de su esposa en 1808, tan sólo duró siete años casado.
Los
Apatistas y su destierro.
En
1808, Epigmenio González fue invitado a participar en un grupo literario
denominado los Apatistas, nombre que evocaba a una academia literaria del siglo
XVI en Italia. Entre los integrantes se encontraba autoridades como Miguel
Domínguez y su esposa doña Josefa Ortiz, sacerdotes como Miguel Hidalgo (que su
integración al grupo sería años posteriores), militares como Ignacio Allende,
Mariano Abasolo, comerciantes, profesionistas, artesanos, etc.
El
objetivo era generar un espacio de arte y cultura, el mismo Epigmenio que era
conocido como “Colado” escribió varios poemas, inclusive llegó a ser secretario
del grupo. Sin embargo, las tertulias culturales comenzaron a tener otro giro,
los integrantes ya no sólo se enfocaban a recitar poemas, sino también a
discutir cuestiones políticas, inclusive a generar propuestas revolucionarias
para terminar con los males que aquejaban a la sociedad novohispana. Es así que
a partir de 1810 los integrantes pasan a ser conspiradores, proponiendo un
levantamiento armado para el mes de octubre de ese año. El grupo les encomendó
a los hermanos González junto con otras dos personas más la creación de
cartuchos y el resguardo de las armas en sus casas, para su financiamiento los hermanos González decidieron tomar prestado un dinero que la viuda Correa Covarrubias les había dejado
para que compararan joyas y las ofrecieran como ofrenda a la imagen de Jesús de
Nazaret que estaba en la iglesia de San
Isidro, en la ciudad de Querétaro.
A
pesar de lo planeado, la historia dio un giro diferente para Epigmenio y
Emeterio. El día 13 de septiembre de 1810, varios miembros de la conspiración,
principalmente Joaquín Arias, decidieron confesar todo ante las autoridades
locales, por lo que se ordenó un cateo a la casa de los hermanos González, los
encargados de cumplir la orden fueron Miguel Domínguez (uno de los integrantes
de conspiración), Juan Fernando Domínguez e Ignacio García Rebollo.
El
cateo se produjo en la noche, los encargados junto con 20 soldados más rodearon
la casa de los hermanos González. En una primera revisión realizada por Miguel
Domínguez la cual fue de manera superficial ya que el corregidor sabía
perfectamente en donde estaban las armas y el taller donde las estaban
elaborando los cartuchos. Sin embargo, Ignacio García no estaba del todo satisfecho por lo
que solicitó un segundo cateo pero más minucioso. Al momento de mover unas
pajas encontraron una puerta de donde emanaba una luz, cuando entraron en su
interior estaba una persona haciendo cartuchos de pólvora, y a la vez existían
decenas de cajas del material explosivo.
De
inmediato fueron apresados los dos hermanos González y las demás personas que
se encontraban en la vivienda. Para Epigmenio González apenas comenzaba el
infierno, durante su reclusión en Querétaro su hermano Emeterio falleció, mientras
que él fue trasladado a la cárcel de San Diego en Acapulco en donde permaneció
hasta 1817. Finalmente las autoridades virreinales decidieron desterrarlo
mandándolo a purgar su condena a la prisión de Manila, Filipinas, en donde
estuvo preso hasta 1837, a pesar de que México se había independizado.
Al
principio de su estancia en Filipinas la vida de Epigmenio se deterioró, no
contaba con los recursos para poder alimentarse bien, por lo que tuvo que desempeñar diferentes
oficios entre ellos el de escribano, lo que le permitió en un momento gozar de
buena reputación en la cárcel, inclusive logró aprender el tálago lengua que
predominaba en Filipinas.
Su retorno
En 1837, España decidió otorgarle la libertad a nuestro héroe, sin embargo, no contaba con recursos para poder pagar su regreso a su patria, por lo que tuvo que trabajar en un bar en la isla por un tiempo, de esta manera en 1840 logró por fin llegar a México. Sin recursos, sin reconocimiento y sin familia, decidió vivir en Guadalajara obteniendo un empleo de velador de un museo.
Empero,
no todo fue desgracia, un periodista al enterarse de la existencia de Epigmenio
González decidió realizar un reportaje por lo que se entrevistó con nuestro
personaje dando como resultado sus memorias, a la vez que le fue otorgada una pensión
de 1,200 pesos anuales por parte del gobierno. Con el salario de su trabajo y
con la pensión, Epigmenio logró en 1851 junta un dinero y pagar la deuda que
había adquirido antes de ser aprehendido.
Nuestro
personaje y héroe murió a la edad de 77 años, viendo por última vez la luz el
día 19 de julio de 1858. Sus restos descansan en el patio de los Hombres
Ilustres que se encuentran en la ciudad de Querétaro. Es cierto que su vida
estuvo lleno de desagracias, pero él nunca se dejó abatir por ellas, al contrario
las enfrentó con valentía y tenacidad, nunca a pesar de las torturas del que
fue presa denunció a algún compañero, honesto y horrado hasta el último día de
su vida como lo demuestra el pago de la deuda que tenía con la señora Correa.
Es por eso que vale la pena recordarlo y darle el reconocimiento que se merece.
·
Hurtado Galves, José
Martín. Epigmenio González e Ignacio
Pérez, héroes queretanos de la Independencia. Estudio biográfico y crítico.
Fondo Editorial de Querétaro. México: 2016.
·
___________. La conspiración de Querétaro en 1810. SNTE.
México: 2016.
·
Taibo II, Paco Ignacio.
El cura Hidalgo y sus amigos, 55 viñetas
de la guerra de Independencias. Booket.
México: 2011
·
Reyes Bustos, Jesús. Epigmenio González. Circunstancias,
Gobierno del Estado de Querétaro. México: 2013.


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