martes, 20 de abril de 2021

Epigmenio González. El primer armero de la Independencia. Un héroe olvidado

 

Por Fernando Suárez González 

Otro de los grandes héroes olvidados en la historia nacional es Epigmenio González, un personaje que le tocó ser inclusive olvidado en vida por la naciente patria por la cual dio su libertad. Paco Ignacio Taibo cuenta que cuando logró llegar a México del destierro al que fue forzado por las autoridades españolas, se acercó a las nuevas autoridades mexicanas. Estas le preguntaron ¿Y usted quién es? A lo que contestó “soy Epigmenio González, uno de los padres de la patria, el primer armero de la revolución”. A lo que le contestaron: “No, cómo va ser, la lista oficial es: Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos… Para ser padre de la patria hay que morir de manera gloriosa y estar en la lista oficial, usted no está en la lista…”

Si bien este pasaje parece chistoso, lo que si esta verificado es que Epigmenio terminó sus días trabajado de velador en un museo en la ciudad de Guadalajara. ¿Pero cuáles fueron sus contribuciones al movimiento insurgente para que se le pueda considerar un héroe de la Independencia?

A continuación realizaremos una breve descripción biográfica, deteniéndonos en su participación en el movimiento de 1810 y las consecuencias que se generaron. A diferencia del escrito anterior, existe varios libros sobre la vida de Epigmenio González, inclusive unas memorias escritas por él, lo que nos permite conocer mejor a este personaje queretano.

Formación del caudillo

Su nombre completo es José María Ignacio Juan Nepomuceno Aparicio Epigmenio González Flores, para fines prácticos lo sintetizaremos en Epigmenio González. Nació el 22 de marzo de 1781 en la bella ciudad de Querétaro. A muy corta edad quedó huérfano de ambos padres, por lo que él y su hermano Emeterio tuvieron que valerse por sí mismo, pero lograron tener un chispazo de suerte debido a que doña María Correa Covarrubias, una viuda que contaba con recursos económico decidió emplearlos en su tienda para que la apoyaran con las ventas, posteriormente, ganándose la confianza de doña María, pasaron a ser administradores del negocio, inclusive se convirtieron en albaceas de sus bienes y herederos de una buena cantidad de dinero (16,751 pesos) y varias propiedades inmuebles.

A la edad de 20 años, nuestro personaje contrajo matrimonio con María Anastasia Juárez. Sin embargo, las desgracias iban a estar presentes en el transcurso de su vida, primero con la perdida de sus padres, y posteriormente la pedida de su esposa en 1808, tan sólo duró siete años casado.

Los Apatistas y su destierro.

En 1808, Epigmenio González fue invitado a participar en un grupo literario denominado los Apatistas, nombre que evocaba a una academia literaria del siglo XVI en Italia. Entre los integrantes se encontraba autoridades como Miguel Domínguez y su esposa doña Josefa Ortiz, sacerdotes como Miguel Hidalgo (que su integración al grupo sería años posteriores), militares como Ignacio Allende, Mariano Abasolo, comerciantes, profesionistas, artesanos, etc.

El objetivo era generar un espacio de arte y cultura, el mismo Epigmenio que era conocido como “Colado” escribió varios poemas, inclusive llegó a ser secretario del grupo. Sin embargo, las tertulias culturales comenzaron a tener otro giro, los integrantes ya no sólo se enfocaban a recitar poemas, sino también a discutir cuestiones políticas, inclusive a generar propuestas revolucionarias para terminar con los males que aquejaban a la sociedad novohispana. Es así que a partir de 1810 los integrantes pasan a ser conspiradores, proponiendo un levantamiento armado para el mes de octubre de ese año. El grupo les encomendó a los hermanos González junto con otras dos personas más la creación de cartuchos y el resguardo de las armas en sus casas, para su financiamiento los hermanos González decidieron tomar prestado un dinero que la viuda Correa Covarrubias les había dejado para que compararan joyas y las ofrecieran como ofrenda a la imagen de Jesús de Nazaret  que estaba en la iglesia de San Isidro, en la ciudad de Querétaro.

A pesar de lo planeado, la historia dio un giro diferente para Epigmenio y Emeterio. El día 13 de septiembre de 1810, varios miembros de la conspiración, principalmente Joaquín Arias, decidieron confesar todo ante las autoridades locales, por lo que se ordenó un cateo a la casa de los hermanos González, los encargados de cumplir la orden fueron Miguel Domínguez (uno de los integrantes de conspiración), Juan Fernando Domínguez e Ignacio García Rebollo.

El cateo se produjo en la noche, los encargados junto con 20 soldados más rodearon la casa de los hermanos González. En una primera revisión realizada por Miguel Domínguez la cual fue de manera superficial ya que el corregidor sabía perfectamente en donde estaban las armas y el taller donde las estaban elaborando los cartuchos. Sin embargo, Ignacio García no estaba del todo satisfecho por lo que solicitó un segundo cateo pero más minucioso. Al momento de mover unas pajas encontraron una puerta de donde emanaba una luz, cuando entraron en su interior estaba una persona haciendo cartuchos de pólvora, y a la vez existían decenas de cajas del material explosivo.

De inmediato fueron apresados los dos hermanos González y las demás personas que se encontraban en la vivienda. Para Epigmenio González apenas comenzaba el infierno, durante su reclusión en Querétaro su hermano Emeterio falleció, mientras que él fue trasladado a la cárcel de San Diego en Acapulco en donde permaneció hasta 1817. Finalmente las autoridades virreinales decidieron desterrarlo mandándolo a purgar su condena a la prisión de Manila, Filipinas, en donde estuvo preso hasta 1837, a pesar de que México se había independizado.  

Al principio de su estancia en Filipinas la vida de Epigmenio se deterioró, no contaba con los recursos para poder alimentarse bien, por lo que tuvo que desempeñar diferentes oficios entre ellos el de escribano, lo que le permitió en un momento gozar de buena reputación en la cárcel, inclusive logró aprender el tálago lengua que predominaba en Filipinas.

Su retorno 

En 1837, España decidió otorgarle la libertad a nuestro héroe, sin embargo, no contaba con recursos para poder pagar su regreso a su patria, por lo que tuvo que trabajar en un bar en la isla por un tiempo, de esta manera en 1840 logró por fin llegar a México. Sin recursos, sin reconocimiento y sin familia, decidió vivir en Guadalajara obteniendo un empleo de velador de un museo.

Empero, no todo fue desgracia, un periodista al enterarse de la existencia de Epigmenio González decidió realizar un reportaje por lo que se entrevistó con nuestro personaje dando como resultado sus memorias, a la vez que le fue otorgada una pensión de 1,200 pesos anuales por parte del gobierno. Con el salario de su trabajo y con la pensión, Epigmenio logró en 1851 junta un dinero y pagar la deuda que había adquirido antes de ser aprehendido.

Nuestro personaje y héroe murió a la edad de 77 años, viendo por última vez la luz el día 19 de julio de 1858. Sus restos descansan en el patio de los Hombres Ilustres que se encuentran en la ciudad de Querétaro. Es cierto que su vida estuvo lleno de desagracias, pero él nunca se dejó abatir por ellas, al contrario las enfrentó con valentía y tenacidad, nunca a pesar de las torturas del que fue presa denunció a algún compañero, honesto y horrado hasta el último día de su vida como lo demuestra el pago de la deuda que tenía con la señora Correa. Es por eso que vale la pena recordarlo y darle el reconocimiento que se merece.

 Bibliografía

·         Hurtado Galves, José Martín. Epigmenio González e Ignacio Pérez, héroes queretanos de la Independencia. Estudio biográfico y crítico. Fondo Editorial de Querétaro. México: 2016.

·         ___________. La conspiración de Querétaro en 1810. SNTE. México: 2016.

·         Taibo II, Paco Ignacio. El cura Hidalgo y sus amigos, 55 viñetas de la guerra de Independencias. Booket.  México: 2011

·         Reyes Bustos, Jesús. Epigmenio González. Circunstancias, Gobierno del Estado de Querétaro. México: 2013.

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